"Se limitaba a dejarse llevar, y así, comenzó a apreciar la belleza del bosque encantado;
por las noches, pequeñas criaturas feericas brillaban entre los árboles como luciérnagas.
Al amanecer, algunas entonaban cánticos con que transmitían una profunda y misteriosa alegría.
Macizos enteros de flores se desplegaban en una lluvia de alas multicolores a su paso.
Perlas de rocío relucían en las telarañas que colgaban bajo el sol del atardecer.
Seres diminutos saltaban entre enormes hongos de fantásticas formas.
Pronto, la actitud de las criaturas del bosque se volvió mucho más amistosa, y
la joven se dio cuenta de que competían entre ellas para mostrarle las maravillas de su mundo.
Algunas volaban hasta ella para entregarle una flor, una baya o un brote verde;
otras la guiaban hasta el recodo más bello y salvaje de un arroyo,
hasta una cascada umbría, envuelta en un centellante arco iris, o hasta un claro tapizado
de flores silvestres."
No hay comentarios:
Publicar un comentario