lunes, 23 de marzo de 2015

Supongo que no viene mal este cambio brusco de imagen para cambiar de perspectiva. Pero no quería tener el pelo tan oscuro ni corto. Siento que algo va mal con mi reflejo. Hasta ahora todos los peinados que he tenido han reflejado una parte de mi. El rubio, el moreno y el pelirrojo. Todos ellos me han resultado buenas elecciones para marcar una nueva etapa, y para probar cosas nuevas y arriesgarme. Pero, ¿el pelinegro? Sí, no me sienta del todo mal... hace que destaquen mis ojos claros y piel blanca. Queda especialmente bien cuando me pinto los labios color carmesí. Hace que me recuerde a blancanieves. Pero no se hasta qué punto es un buen cambio.
Le dije a la peluquera "Lo quiero castaño" porque mi idea principal era cortarme mucho el pelo y tintarmelo de mi color natural para que poco a poco se vaya restaurando y creciendo sano. 
Pero han hecho caso omiso a mis palabras, como se puede comprobar. Me digo a mi misma que no está tan mal, que así pruebo más tonos.
Pero no hay caso, no me siento cómoda así. ¿Será una especie de castigo? En mis momentos de debilidad siento que tener el pelo oscuro viene bien para reflejar la oscuridad de mi alma.
Pero, se supone que me he querido cambiar de peinado para denotar fortaleza y mentalidad de cambio, no para hundirme en mis miserias.

En fin, que echo de menos mi pelo natural, castaño y largo.
Me pregunto cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que llegue ese momento...

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