<<Cada verano es el infierno para mi. El verano es una estación difícil, llena de traumas y miedos que todavía reaparecen de vez en cuando. No diré que odie el verano, pero sí me resulta a veces agotador. El verano está lleno de fantasmas del pasado, y es recurrente en mi caer en espirales de pensamientos negativos de los que me cuesta salir y ver las cosas desde otra perspectiva.>>
Eso solía decir cada verano desde hace unos cinco años.
Sin embargo, ahora pienso que hay buenas y malas etapas, sin importar qué estación del año, o qué día de la semana sea. Creo que he aprendido cosas importantes desde el verano pasado y ahora comprendo que todo depende de mi. El verano no es mi etapa de mala suerte. Ya no odio los viernes. He aprendido que yo tengo el poder. El poder tanto de decidir ser afortunada como de ser la chica más desdichada del mundo. Tengo el poder para decidir cómo afrontar la vida, y por lo tanto tengo el poder de ser quien yo quiero ser. No hay que tomarse las cosas tan en serio como solía tomarmelas. No tengo que aferrarme al pasado como solía hacer. El pasado es lo que me ha hecho ser quien soy, pero no es más que eso: recuerdos, experiencia y crecimiento personal.
Me he dado cuenta que el pasado no me permitía vivir en el presente ni enfocar bien mi futuro. Vivía atormentada, como vivían los románticos en el siglo XIX, pensando en el pasado con melancolía y nostalgia por unos "tiempos mejores" y haciendo un drama de su vida. Se quejaban, se quejaban mucho pero nunca hacían nada por cambiar la situación. Se sentían condenados a la soledad, al paso del tiempo y al inevitable final: la muerte. Yo también solía tener esa costumbre y ese pesimismo ante mi vida. Siempre veía las cosas malas y me encerraba en ellas como si fueran mi cárcel, pero al mismo tiempo mi único hogar. Me quejaba de que no quería ser así y me culpaba de todos mis errores, me hundía, me hacía daño a mi misma y me estancaba.
Pero todo eso se acabó para mi. Los errores son experiencia ganada, fases que hay que superar, no hay que castigarse por ellos, solo hay que aceptar las consecuencias de nuestros actos y aprender. Aprender de la vida. Si hay espinas en el camino, las cortas; si hay agua, nadas; si hay un acantilado, saltas. Pero nada de quedarse parado mientras dices "no puedo".
Porque eso es lo que realmente te hace no poder.
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