viernes, 21 de noviembre de 2014

Viernes

Mis manos heladas, como siempre. Siento frío, y sin embargo, sudan. Sudan como si estuvieran cálidas, pero no lo están. Es un sinsentido. Son pura escarcha, como mi corazón.
Amar para sufrir. Es un sinsentido.
No comprendo nada, no se por qué mi corazón va tan rápido. Por qué sigue teniendo tanto miedo. Por qué siguen habiendo esas barreras inquebrantables a su alrededor. Nadie parece poder cruzarlas. Estoy sola, porque quiero estarlo. Estoy aislada, porque las murallas así lo permiten. Muchas veces parece que esas murallas se derrumban, aunque sea un poquito. Pero siempre vuelven a rehacerse. Mi corazón está loco. Es una maldita locura sentir lo que estoy sintiendo. Si no escribo siento que me ahogaré en un inmenso mar de lágrimas, por eso no puedo parar. Mi corazón sufre y me hace sufrir a mi. Siento como si un millón de agujas se me clavasen con cada latido. Y cada vez los latidos son más intensos y rápidos. Siento que necesito, una vez más, salir de aquí. Quiero llorar, quiero gritar, pero no quiero estar sola. Caminar sola es la cosa más triste del mundo, lo se por experiencia. No quiero estar sola, y sin embargo, tampoco quiero estar acompañada. Mi corazón está loco. Ya no se qué pensar. Solo se qué hay mucho caos en mi interior, mucho caos, una espiral infinita que nunca empieza y nunca termina, pero está ahí. Una espiral oscura, de la que jamás podré escapar.

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